Una de las causas más comunes de estancamiento en las organizaciones es la desalineación entre lo que buscan los jefes y lo que necesita la empresa. Un gerente puede enfocarse en sus propias metas, mientras la compañía intenta avanzar en otro rumbo. El resultado: esfuerzos dispersos, duplicidad de tareas y pérdida de competitividad.
Cuando los objetivos no coinciden
- Ejemplo 1: Ventas vs. rentabilidad.
El gerente de ventas presiona por aumentar volumen de clientes, pero sin cuidar márgenes. La empresa logra facturación, pero pierde utilidad. - Ejemplo 2: Producción vs. calidad.
El jefe de planta busca cumplir cuotas de producción, aunque implique bajar estándares de calidad. A corto plazo se cumplen números, a largo plazo hay quejas y devoluciones. - Ejemplo 3: Áreas en islas.
Cada jefe diseña planes con sus propios criterios, sin mirar cómo se conectan con la estrategia general. La dirección siente que “cada quien trabaja por su cuenta”.
En todos estos casos, el problema no es la falta de esfuerzo, sino que los objetivos individuales no están alineados a la visión corporativa.
El papel de Recursos Humanos
Aquí Recursos Humanos tiene un rol clave como traductor y conector estratégico:
- Define objetivos claros y medibles junto con la dirección, evitando interpretaciones ambiguas.
- Comunica la estrategia organizacional para que cada jefe entienda cómo su trabajo contribuye al todo.
- Diseña evaluaciones de desempeño que no solo midan resultados individuales, sino también el grado de alineación a los objetivos de la empresa.
En función de nuestra experiencia, cuando RH deja de ser solo un área administrativa y actúa como socio estratégico, los equipos directivos encuentran claridad en lo que deben lograr y cómo eso impulsa la visión de la empresa.
Cómo medir y asegurar la alineación
La herramienta más efectiva en estos casos es la Evaluación de Desempeño. A través de ella, se puede:
- Comparar objetivos individuales con los organizacionales.
- Identificar áreas o jefes que están trabajando en metas que no aportan valor estratégico.
- Generar retroalimentación concreta para redirigir esfuerzos.
De esta forma, la empresa asegura que todos, desde la alta dirección hasta los mandos intermedios, trabajen en la misma dirección.
La alineación de objetivos no es un asunto de control, sino de claridad y coherencia. Cuando cada jefe sabe hacia dónde va la empresa y cómo su trabajo contribuye, los resultados se multiplican.
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